#MeToo en México

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Las mujeres de México han vivido unas últimas dos semanas tempestuosas, esenciales y desgarradoras para movilización feminista en el país. Comenzó con una protesta contra la presentación de un libro del autor Herson Barona, con múltiples denuncias en redes sociales por abusos sexuales y violencia de género que él cometió. Esto detonó una explosión de denuncias de abusos y agresiones sexuales cometidas por escritores, periodistas, músicos, académicos y creativos. Fueron días en los que un torbellino de acusaciones inundó las redes sociales bajo el hashtag #MeToo. Días en los que convergieron años de movilización feminista, que cada vez más recurre a las redes sociales como espacio de protesta, denuncia y escrache. El hashtag evocaba a los que se usaron en 2016 para denunciar la cultura misógina y machista en América Latina y el ámbito cultural: #MiPrimerAcoso y #RopaSucia, y se inserta dentro del fenómeno global de acusaciones del #MeToo.

Uno de los graves problemas sociales de México es el machismo y la violencia de género. En México hay 9 feminicidios al día, y la violencia está tan arraigada en el país, que el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) informa que el 66% de las mujeres en nuestro país han sufrido alguna vez agresiones sexuales, físicas, laborales y emocionales. Esto va acompañado de un muy bajo porcentaje de denuncias y un alto grado de impunidad. Es difícil que las mujeres denuncian por que tan solo el 3% de las investigaciones terminan en sentencias, y por lo general se sufre de indiferencia, revictimización y hasta violencia por parte de las autoridades.

En esta situación social se encuadra el #MeToo y por medio de Twitter, durante varios días, se denunció a muchos hombres en una estrategia de escrache. Estas denuncias comenzaron siendo personales y después se crearon cuentas colectivas que publicaban denuncias anónimas. Algunos hombres respondieron a las acusaciones, la mayoría guardó silencio.

La tragedia llegó el 1 de abril, cuando el famoso músico Armando Vega Gil anunció en una carta en Twitter su decisión de suicidarse tras una acusación en su contra en la página MeTooMusicosMexicanos. En esta página se le acusaba de abuso sexual en contra de una menor de edad, y tras esta denuncia el músico dijo ya no encontrar salida a la pérdida de su reputación y credibilidad pública por esta, falsa según su testimonio, acusación. Ese mismo día cometió el suicidio. Al día de hoy han llegado 3 acusaciones más en su contra.

Su muerte fue recibida por gran incredulidad, y sobre todo un grave rechazo al movimiento #MeToo, que se llenó de críticas a las “feminazis” y al linchamiento digital que promovieron. Fue un brutal golpe al movimiento y muchos decretan el final del #MeToo y sus métodos negligentes de exhibición. A mí me parece que ha sido una gran manera de ejemplificar lo profundamente arraigada que está la sociedad machista y patriarcal, en medio de las críticas hemos visto como una vida acabada por elección ha generado mucho más duelo que las 9 vidas de mujeres arrebatadas cada día en este país.

Un suicidio siempre será una conmoción inmensa para la vida de los que permanecen después, y este levanta muchas discusiones acerca de cómo nos desenvolvemos en el ámbito digital. Ciertamente, la intimidación y bullying psicológico que se da en internet, a quien sea culpable o no, puede tener repercusiones graves y hasta fatales en su vida. Este suicidio tiene que desatar conversaciones sobre la depresión y la decisión de acabar tu vida. Pero por ninguna razón tiene que redireccionar y minimizar la discusión y la lucha por la eliminación de la violencia de género. Se tiene que encontrar el difícil balance entre guardar silencio por respeto a la muerte elegida de una persona sin renunciar a la voz colectiva de las mujeres, que tanto trabajo ha costado obtener.

Bajo estos sucesos llegan muchas preguntas, ¿qué hacemos ahora? ¿cómo continuamos? ¿nuestro movimiento debe explicaciones? Vivimos en un país lleno de impunidad, en donde la violencia de género es cosa de todos los días y la justicia es casi inexistente Nada nos puede parar en la lucha por un mejor futuro, por el futuro en las que las mujeres no necesiten lanzar gritos sin respuesta a las redes sociales para visibilizarse. Como dice Gabriela Warkentin, se tiene que “revisar protocolos, entender la dinámica de las redes sociales, denunciar el linchamiento revanchista, reacomodar la conversación, volver a encontrarnos. Eso sí. Pero eso siempre. Más importante aún: reconfigurar el horizonte ético que nos confiere sentido.[i]” Falta mucho para que todas las niñas y mujeres vivan con seguridad, dignidad y respeto. La urgencia de nuestra lucha es enorme y esta debe continuar.

Mariana Osorio


[i] Warkentin de la Mora, Gabriela. “La Urgencia Del MeToo En México.” EL PAÍS, Ediciones EL PAÍS S.L., 4 Abr. 2019, elpais.com/sociedad/2019/04/04/actualidad/1554340291_561225.html.

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